



La Roca Doctrinal:
Los Cinco Solas de la Reforma
Los Esenciales de Nuestra Fe
El Centinela del Amanecer se apoya en los pilares fundamentales e irrenunciables de la sana doctrina y la vigilancia espiritual de la Reforma Protestante:
1. Sola Scriptura (Solo la Escritura)
La Biblia es la autoridad única e infalible de la Iglesia.
Es la única fuente del conocimiento verdadero de Dios y la única guía para la conciencia cristiana. Siguiendo el modelo del apóstol Pablo, preguntamos ante todo requisito de fe o acción: “¿Pues qué dice la Escritura?” (Romanos 4:3).
Ninguna otra autoridad, tradición o filosofía tiene autoridad sobre la conciencia del cristiano.
2. Solus Christus (Solo Cristo)
La Biblia es la autoridad única e infalible de la Iglesia inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16). Es la insuperable fuente del conocimiento verdadero donde Dios y guía moral y de la conciencia cristiana que Dios ha revelado a la humanidad decidiendo dejarlo por escrito, comunicando de esa manera su voluntad para que fuera preservada y transmitida a través de los tiempos.
Ninguna otra autoridad, tradición o filosofía tiene autoridad sobre la Palabra revelada.
3. Sola Gratia (Solo la Gracia)
La gracia es un regalo inmerecido, no ganado, que Dios ofrece a la humanidad caída: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
Somos salvos por gracia por medio de la fe, y esto no de nosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
4. Sola Fide (Solo la Fe)
Somos justificados por esa fe que recibe y se apoya en Cristo solo para la salvación.
La fe es el único medio de apropiación de la justificación. Al carcelero de Filipos se le dio una sola respuesta: “Cree en el Señor Jesús, y serás salvo” (Hechos 16:30-31), “El justo vivirá por la fe” (Romanos 1:17).
5. Soli Deo Gloria (Solo a Dios la Gloria)
Este es el principio cardinal y la corona de la Reforma. Su verdad central es que todo cuanto existe y todo lo que Dios hace (incluyendo nuestra salvación) es hecho para manifestar Su honor, majestad y dominio.
No se admite la adoración a objetos, personalidades o cualquier substituto que quiera ocupar el lugar de Dios; cualquier desvío de este principio es idolatría.
La vida cristiana halla su propósito en esta verdad, según enseña el Catecismo Menor de Westminster en su primer pregunta: “¿Cuál es el fin principal del hombre? Respuesta: “El fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre”.
Es solo a través de Jesucristo (Solus Christus) que podemos vivir para glorificar a Dios, según el mandato de Judas 1:25 “...al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén”.
Nuestra Identidad
Firmes en la Tradición Presbiteriana
El Centinela del Amanecer es una voz comprometida con la Fe Reformada (o Calvinista). Nuestra visión teológica se alinea explícitamente con la tradición Presbiteriana histórica.
Entendemos que la claridad doctrinal es la base de la vigilancia, por lo que adoptamos los siguientes estándares como un resumen fiel y magistral de las doctrinas enseñadas en la Santa Escritura.
Estándares de Westminster: Nos adherimos a la Confesión de Fe de Westminster y al Catecismo Menor de Westminster como guías excelentes para la fe y la práctica, reconociendo en ellos la mejor exposición sistemática de la Verdad bíblica.
Catecismo Menor de Westminster
Nuestros Fundamentos
Toda la Escritura se atestigua por sí misma y, siendo la verdad, requiere que todas las áreas de nuestra vida se sometan a ella sin reservas. La Palabra infalible de Dios, los sesenta y seis libros del Antiguo y Nuevo Testamento, es un testimonio completo y coherente de los hechos redentores de Dios, culminando en la encarnación de la Palabra Viviente, el Señor Jesucristo. La Biblia, inspirada sólo y totalmente por el Espíritu Santo, es la autoridad suprema y última en todos los temas que trata.
Bajo la suprema autoridad de la Escritura (Sola Scriptura), establecemos los siguientes esenciales de nuestra fe:
1. Creemos en un solo Dios, el soberano Creador y Sustentador de todas las cosas, infinitamente perfecto y existente eternamente en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡A Él sea todo honor, gloria y alabanza por siempre!
2. Creemos en Jesucristo, la Palabra viviente hecha carne al ser concebido milagrosamente por el Espíritu Santo, y en su nacimiento virginal. Quien es verdadero Dios y se hizo verdadero hombre en una persona para siempre, muriendo en la cruz como sacrificio por nuestros pecados según las Escrituras. Al tercer día resucitó físicamente de entre los muertos, y ascendió a los cielos donde, a la diestra de la Majestad Celestial, es ahora Nuestro Sumo Sacerdote y Mediador.
3. El Espíritu Santo ha venido a glorificar a Cristo y a traer a nuestros corazones la labor redentora de Cristo. Él nos convence de pecado y nos guía al Salvador. Nos sella para el día de la redención. Morando en nuestros corazones nos da nueva vida, nos llena de poder e imparte dones para servir. Nos instruye y nos guía a toda verdad, y nos sella para el día de la redención.
4. Siendo ajenos a la vida de Dios, y estando condenados por nuestros pecados, nuestra salvación depende totalmente de la obra de la libre gracia de Dios. Dios confiere Su justicia a aquellos que ponen su fe solamente en Cristo para su salvación, mediante lo cual los justifica delante de Él. Únicamente quienes son nacidos del Espíritu Santo y reciben a Jesucristo se transforman en hijos de Dios y herederos de la vida eterna.
5. La Iglesia verdadera está compuesta de todos aquellos que, mediante la fe salvadora en Jesucristo y la obra santificadora del Espíritu Santo, están unidos al cuerpo de Cristo. La Iglesia tiene su expresión visible, aunque imperfecta, en congregaciones locales donde la Palabra de Dios es predicada en toda su pureza, los sacramentos son administrados correctamente, donde la disciplina escritural es aplicada y donde se sustenta el amor fraternal. Y para ser perfeccionada, espera la vuelta de su Señor.
6. Jesucristo volverá a la tierra personalmente, visiblemente, y en carne para juzgar a los vivos y a los muertos, y para la consumación de la historia y el designio eterno de Dios " ¡Amén!, ¡Ven Señor Jesús!" (Apocalipsis 22:20)
7. El Señor Jesucristo ordena a todos los creyentes proclamar la Buena Nueva al mundo entero y a hacer discípulos de todas las naciones. Obedecer la Gran Comisión requiere de un compromiso total con "Aquel que nos amó y se entregó por nosotros”. Nos demanda una vida de amor y servicio abnegado. En efecto, ya que "somos hechura suya, creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos" (Efesios 2:10)