¿Por qué a Jesús se lo llama "Hijo del Hombre"?
- Centinela del Amanecer
- 7 nov
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Actualizado: 8 nov

Basado en: Mateo 16:27
“Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Quizás más de una vez nos hayamos preguntado por qué Jesús se autodenominaba como “Hijo del Hombre”. Desde una perspectiva humana, este título es fácil de confundir, pero es mucho más profundo de lo que parece, y su significado es crucial para entender la misión de Jesús y su identidad tanto humana como divina.
El Origen Profético del Nombre
El término “hijo de hombre” (en minúscula) se utiliza en el Antiguo Testamento como un término genérico para referirse a un ser humano, como en Salmos 8:4. De hecho, Dios llama al profeta Ezequiel “hijo de hombre” más de 90 veces, usándolo como una forma de dirigirse a él como un simple mortal.
Sin embargo, el nombre “Hijo del Hombre” (en mayúscula) se menciona por primera vez en el libro del profeta Daniel (Daniel 7:13 NBLA) “Seguí mirando en las visiones nocturnas, Y en las nubes del cielo Venía uno como un Hijo de Hombre...” En este pasaje, no se refiere a cualquier ser humano, sino a una figura única, mesiánica y celestial que viene sobre las nubes para recibir un reino y una autoridad eterna.
Al usar este título, Jesús no solo afirmaba su humanidad, sino que se estaba declarando como el Mesías profetizado, aquel que tiene la autoridad para juzgar y redimir, tal como se muestra en el pasaje de Mateo 16:27.
La Doble Naturaleza de Jesús
Para comprender por qué Jesús usaba este título, es crucial entender su doble naturaleza: es completamente Dios y completamente hombre al mismo tiempo.
“Hijo de Dios” se refiere a su naturaleza divina. Este título enfatiza su relación eterna con el Padre, su divinidad y su deidad. Él no se “convirtió” en el Hijo de Dios, no fue un ser creado, sino que existe siendo Dios desde la eternidad.
“Hijo del Hombre” se refiere a su naturaleza humana. Este título destaca que es un hombre real que se identificó con nuestra fragilidad. Al asumir este título, Jesús demostró su humildad y su disposición a vivir entre nosotros.
La teología conoce a esta unión de dos naturalezas en una sola persona como la Unión Hipostática. Es un misterio, pero es lo que permite que Jesús sea el puente perfecto entre Dios y la humanidad. Él puede entendernos por su humanidad y, al mismo tiempo, tiene el poder de Dios para salvarnos, para redimirnos.
Un Salvador con Autoridad y Empatía
Jesús utilizó el título “Hijo del Hombre” para referirse a su misión y a su autoridad, enfatizando su papel como el Mesías que vino a salvar a la humanidad. El uso de este nombre también subraya su conexión con nosotros, su profunda comprensión de nuestras debilidades y necesidades.
Esta doble naturaleza es fundamental en la teología cristiana, ya que le permite a Jesús ser tanto plenamente humano como plenamente divino, lo cual es esencial para comprender su misión como Salvador y Mediador entre Dios y la humanidad.
En particular, su naturaleza humana le permitió identificarse con la humanidad y sufrir en lugar de ella, mientras que su naturaleza divina le dio la autoridad y el poder para llevar a cabo la salvación.
El “Hijo del Hombre” después de la Ascensión
Quizás te preguntes si Jesús, después de cumplir con la voluntad del Padre y ascender al cielo, pasa a ser solo “Hijo de Dios”. Según la doctrina cristiana tradicional, Jesús sigue siendo tanto “Hijo de Dios” como “Hijo del Hombre” incluso después de su ascensión. Jesús no solo es Dios, sino que tomó sobre sí mismo, la naturaleza humana en la encarnación, la cual aún posee y por lo cual aún está sujeto al Padre.
La resurrección de Jesús es la prueba fundamental de que su naturaleza humana no fue abandonada. Él resucitó con un cuerpo glorificado, que, aunque no era igual al que tenía antes, seguía siendo un cuerpo físico, con las marcas de los clavos en sus manos.
Tras su resurrección, Jesús se presentó a sus discípulos enseñándoles las marcas de su pasión y muerte en su cuerpo glorificado, dándoles evidencia de su humanidad (Lucas 24:36-43), pues “...el Mesías no se quedaría en el sepulcro ni su cuerpo se descompondría” (Hechos 2:31 DHH). Y tal cual los apóstoles los vieron, así fue llevado al cielo, y, “... vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11). Esta enseñanza a los apóstoles en el Día de Pentecostés y el testimonio de los “dos hombres vestidos de blanco” ese día de su ascensión, fue luego confirmada por el apóstol Pablo, al enseñar que “...hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre...” (1 Timoteo 2:5). Finalmente, en su predicación en el Aerópago, Pablo se refirió a que Dios “...ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:31). (—Dr. Armando Alducin, El Final de los Tiempos, pág. 231, Ediciones Berea, México, 2023.)
Cuando Jesús ascendió al cielo, no dejó atrás su humanidad. Subió al cielo con su cuerpo glorificado. La Biblia lo presenta en su lugar de autoridad, sentado a la diestra de Dios Padre, como nuestro sumo sacerdote e intercesor. La naturaleza divina y humana de Jesús no se altera, y su papel como Mediador continúa, como afirma 1 Timoteo 2:5 “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre...”
En resumen, la muerte de Jesús no separó su humanidad de su divinidad. Cuando resucitó, su alma se reunió con su cuerpo, y ahora, en su estado glorificado, sigue siendo 100% Dios y 100% hombre para siempre.
Un Llamado a la Reflexión
Entender el título “Hijo del Hombre” nos enseña que Jesús no vino a la Tierra solo para cumplir una misión divina, sino para vivir nuestra experiencia humana. Él conoce nuestras luchas y debilidades porque las vivió. A través de este nombre, nos invita a reconocer que no es un Dios distante, sino que está cerca de nosotros.
Este título nos recuerda que el mismo ser que caminó, lloró y sufrió en la Tierra es el mismo que hoy está en el trono, glorificado, intercediendo por ti y por mí. Él es el puente perfecto que nos une a Dios.
¿Te has preguntado alguna vez cómo sería tu vida si pudieras tener a alguien que te entienda perfectamente? El “Hijo del Hombre” es ese alguien. Su llamado no es solo a un conocimiento intelectual, sino a una relación personal con aquel que se hizo hombre para salvarnos y darnos vida eterna. ¿Estás dispuesto a responder a su llamado?
























